Up to the face
Up to the face es una expresión que, en los últimos años, a menudo he podido oir en boca de muchos editores americanos. Hace referencia a un estilo narrativo que podemos ver hoy en día en la mayoría de los comics de superheroes. Como su traducción literal indicaría, este estilo se caracteriza por qué de los elementos más destacados de la página se proyectan hacia el lector de forma dinámica y espectacular, buscando hacer participe al lector de lo narrado. Sin duda, el máximo exponente y creador de este estilo narrativo fue Jack Kirby, pero como sucede con todo aquello que es copiado e imitado hasta la saciedad, las copias acaban siendo una mera perversión del original en la que la forma reemplaza al fondo. Normalmente cuando oyes esta expresión en boca de un editor es que está tratando de explicarte que tu trabajo no cumple estos parámetros estilísticos, que alejas demasiado la cámara, que faltan primeros planos, que tienes que acentuar los escorzos, etcétera.
Es muy poco habitual en el mercado americano tener la oportunidad de trabajar en una obra donde no te sientas obligado, ya sea consciente o inconscientemente, a trabajar dentro de dichos parámetros estilísticos. Hace poco tenido la oportunidad de poder trabajar en una obra así. Ha sido en la serie Captain America Theater of War. El guionista, Paul Jenkins, quería un dibujante que fuera capaz de narrar la historia desde una perspectiva diferente al habitual en los comics de superhéroes. Alguien capaz de basar la narración en la puesta en escena, de crear atmósferas, mover los personajes sobre el escenario de forma coherente con lo narrado... en fin, capaz de contar una historia según la lógica interna del relato, y no según los dictados estilísticos del up to the face. Y es muy gratificante ver que las opiniones de la gente que lo ha leído y las críticas en medios especializados, coinciden en alabar este sacrificio el de la espectacularidad en loor de lo narrativo.
Hace unos días mi agente mandó 6 páginas de la preview de Captain America Theater of War: To soldier On, a un importante miembro del staff editorial de una de las dos grandes editoriales americanas sobradamente conocidas. Dicha persona, (a quien dicho sea de paso, siempre he tenido gran respeto por su criterio por su gran conocimiento del medio y su acertada capacidad de análisis a la hora de valorar el talento de los artistas que aspiran a trabajar con él) vino a decir que “en mis páginas había mucho talento pero qué le faltaba ese up to the face que hace tan excitantes los comics de hoy en día”. Y acto seguido me recomendó que me fijase en el trabajo de artistas como Ed Mcguiness, Jim Lee, los hermanos Kubert... Nada mas leer el e-mail no sabía si reír o llorar- he de señalar que del grupo de autores recomendados lo que más me gusta es el padre de los hermanos...- pero tras unos momentos de reflexión, llegué a la inevitable conclusión de que dicha persona simplemente estaba haciendo su trabajo. Su criterio no era en absoluto desacertado, no estaba juzgando mis páginas como historieta, no creo ni siquiera que se leyese las páginas ni que valorarse lo adecuado o no del estilo narrativo a la historia que cuentan; simplemente las juzgaba en términos de la posible posible viabilidad comercial de mi estilo dentro de la empresa en la que trabaja y con ello no estaba transmitiendo sino el sentir general de toda una industria acerca de qué tipo de producto buscan vender, producto con el que evidentemente yo no encajaba.
Ya son muchas las veces que me doy de frente con el mismo muro. Es muy triste ver cómo los editores americanos andan desesperados a la caza de nuevos talentos que destaquen entre la mediocridad general, para luego ver cómo cogen esos talentos y les obligan a producir el mismo producto mediocre estandarizado que llevan años y años vendiéndonos o sencillamente se sienten decepcionados cuando dichos autores crean algo diferente que se aleja de sus rígidos esquemas.
Pese a lo que pudiera parecer, no tengo nada en contra de autores como Jim Lee, aparte de que personalmente como lector no me gusta en absoluto. Entiendo que crean un tipo de producto que una parte de los lectores demandan y por tanto merecen todo mi respeto profesional. Pero lo que no entiendo, es que toda una industria en su conjunto esté buscando ese mismo tipo de producto y más cuando estamos hablando de una industria permanentemente en crisis, que necesita imperiosamente crear nuevas generaciones de lectores. Y yo me pregunto: ¿cómo se pueden crear nuevas generaciones de lectores basándose en una sola propuesta, un único género, un único estilo narrativo... en la que además se prima lo visual sobre lo narrativo? Es como si los editores de comics estuvieron permanentemente buscando su “blockbuster de verano”.
Se puede hacer una comparación muy clara y evidente entre la superproducciones de Hollywood y los comics de superhéroes. En los últimos años los comics superhéroes han buscado desesperadamente acercarse al cine de Hollywood tanto estilística como temáticamente como única manera de zafarse de la debacle a la que se abocan ahogados en la sistemática repetición de sus propias fórmulas. Hollywood lleva años explotando y vampirizando el rico vergel de los comics y la industria de los comics actuando desde su insuperable complejo de “hermano menor” sigue tratando irremisible e infructuosamente de que sus comics parezcan películas, que compitan con ellas, que sean tan espectaculares como las películas de Hollywood. Por otro lado el gran auge y crecimiento en calidad y cantidad de las series de televisión (medio con mucho más puntos en común con el con el cómic que no el cine) debería hacer reflexionar a los ejecutivos de las editoriales no ya sólo de comic sino de libros en general, porque sin duda están desplazando ambos medios en el arte de contar historias... y a menudo incluso echando mano del rico vergel de ideas de los comics del que hablábamos.
¡Ah! se me olvidaba, y por supuesto el manga sigue suponiendo la gran excepción, apuesta de futuro y modelo a seguir en muchos aspectos en este arte de contar historias que debería ser el cómic.
Ese es mi chico. Vomita todo el odio que tienes dentro. Si sólo de leerte me apetece hacer mi propio blog. Y no te cortes. Insulta. ¡Qué grande eres! Me voy a tomar un ponche a tu salud.
ResponderEliminarFirmado: VivaLasVegas
Conforme iba leyendo el artículo me venía a la cabeza el paralelilsmo con la industria del cine, pero ya lo comentas más adelante. Supongo que es lo que tiene la industria, que tiene que cumplir con unos niveles de rentabilidad y la innovación es incierta y asusta, que innoven otros… (¿No decía algo parecido Unamuno?)
ResponderEliminarNo me fumo un peta a tu salud porque todavía no he cosechado, pero descuida que lo haré.
No si innovar se innova, pero solo en la medida que se necesitan nuevos productos para vender, lo cual no me parece mal... El problema viene cuando se sobreexplota una determinada fórmula y contratas a gente creativa e innovadora con la intención de renovar tu producto, pero no les dejas trabajar porque te empeñas en dirigir y manipular toda esa creatividad...
ResponderEliminarQue disfruteís de vuestros ponches y petas, yo también me tomaré algo a vuestra salud aunque seguramente más prosaico como por ejemplo, una cervecita...